18.8.08

algo más...

Qué decir de Brasil… tan… húmedo, natural…

Diez años sin pisar Brasil que tanto me cambió la vida y esta vez llevo a mi hija, para mostrarle que hay otras formas de vida, otros sitios donde ponerse, otros paisajes.

Todo es magia porque no hay prejuicios se me van.

La gente se rie, te miran a los ojos.

Camino descalza por un sendero de piedras para llegar a otra playa. Veo sin anteojos, el sol en la piel tan blanca del invierno, no leo ni escribo, no puedo parar de mirar alrededor porque todo es lindo.

Y me dejo, me quedo ahí tirada en la arena mirando el cielo, mientras Joao me mira a mi, sus ojos me hablan al oído… qué bueno, no hay que ser adolescente para ser hermosa, nadie mira si tenés los abdominales marcados… Ahí está la diferencia, nadie hace juicio de valor, porque miran a los ojos, Joao me habla de mi belleza, me llena de piropos frente a mi hija, que ya entiende algo de portugués y se rie, seguidamente me invita a tomar caipirinha al atardecer, fluye la seducción, no existe la histeria. La histeria a la que me vengo acostumbrando en Buenos Aires. Y hablo de esto porque no sé cuántos años tiene pero no llega a los 25 y se muestra tan natural que le creo todo.

Brasil me desnuda y me inunda.

Es diferente esta vez, no estoy sola, tengo a la cachorra que me ama y me odia, como debe ser…

Es feliz, como la mamá.

Me quedé colgada y enamorada… “de mi allá”.

Está bueno volver a enamorarse de una, es genial!